El envejecimiento trae consigo desafíos físicos y cognitivos, pero múltiples estudios han demostrado que la actividad física regular es una de las estrategias más efectivas para prevenir enfermedades mentales en las personas mayores. Investigaciones recientes de prestigiosas universidades han revelado que el ejercicio no solo mejora la movilidad y la salud cardiovascular, sino que también juega un papel crucial en la prevención del deterioro cognitivo y trastornos como la depresión y la ansiedad.

Un estudio realizado por el University College de Londres y publicado en la International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity demostró que tan solo 30 minutos de ejercicio moderado diario pueden mejorar significativamente la memoria de trabajo en personas de entre 50 y 83 años. En esta investigación, 75 participantes sanos sin signos de deterioro cognitivo o demencia utilizaron dispositivos de seguimiento de actividad durante ocho días. Los resultados mostraron una mejora del 2 al 5% en la memoria de trabajo al día siguiente de haber realizado actividad física. Esto confirma que moverse con regularidad tiene un impacto directo en las funciones cognitivas.

Por otro lado, la Universidad Miguel Hernández de Elche llevó a cabo el Programa en Salud Psicofísica, dirigido por la profesora María Antonia Parra del Departamento de Psicología de la Salud. Este programa se centró en mejorar la adherencia a hábitos saludables, como la dieta mediterránea y el ejercicio físico personalizado en personas mayores de 65 años. Los 107 participantes asistieron a sesiones informativas y talleres prácticos adaptados a sus necesidades, logrando mejoras significativas en su salud física y emocional. Entre los beneficios observados se encuentran:

  •  Reducción del riesgo de enfermedades crónicas como la hipertensión y la diabetes tipo 2.
  • Menor estrés y ansiedad.
  • Mayor satisfacción personal y bienestar emocional.
  • Mayor capacidad de socialización, reduciendo el aislamiento y la soledad.

La actividad física no solo favorece la memoria y el aprendizaje, sino que también ayuda a prevenir enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson. Según la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), el ejercicio aeróbico incrementa la producción de factores neurotróficos, proteínas esenciales para el crecimiento y mantenimiento de las neuronas.

Respalda este hecho la Universidad de Columbia que en otro estudio encontró que las personas mayores que mantienen una rutina de ejercicio regular tienen un 35% menos de probabilidades de desarrollar demencia en comparación con aquellas que llevan una vida sedentaria.

Los estudios científicos han sido contundentes: el ejercicio físico es una herramienta fundamental para la salud mental en la tercera edad. No es necesario realizar entrenamientos intensos; actividades como caminar, bailar, nadar o practicar yoga pueden marcar una gran diferencia en la calidad de vida de los adultos mayores.