Cuando no hay obligación, lo de levantarse un domingo a las 7 de la mañana sólo se hace por una buena causa y la del pasado domingo, lo era: participar en la II CARRERA SOLIDARIA POPULAR OTIS A FAVOR DE LA ESCLEROSIS MÚLTIPLE.
Superada la primera tentación, apagar el despertador y seguir durmiendo, Ángel, Maríajo y yo nos ponemos en ruta hacia Leganés. Por el camino descubrimos que la noche también confunde a los navegadores y tras alguna vueltecilla, por fin, llegamos.
Ángel, digno representante del Club de Corredores de Zagros, ha estudiado el perfil de la carrera: diez kilómetros, dentro de un polígono industrial, recorrido con una ligera pendiente, un circuito al que hay que dar cuatro vueltas, estupendo para mejorar tiempo.
Maríajo y yo, más del club perrakas, nos gusta la idea de dar vueltas a un mismo circuito pues facilita la opción de escabullirse en el kilómetro cinco. Aunque, seamos realistas, para el plan evasión es imposible contar con Ángel y Maríajo, porque lo de abandonar no va con ellos. Pero a mí, la opción escabullirse me parece tan tentadora…pero no, fuera tentaciones, ya que estamos aquí a por los diez!
Comienza la carrera y el principio es fantástico: ¡cuesta abajo! pero tras muchos metros cuesta abajo, empiezo a preocuparme, si hay tanta bajada eso quiere decir que la cuesta arriba llegará. Y, efectivamente, llega. No es especialmente pronunciada pero si muy tendida. El calor afecta a mis neuronas y albergo la esperanza de que los de Otis hayan puesto unos ascensores para facilitar la subidita, pero no, sólo encuentro sol, mucho sol.
Primera vuelta completada y no, no caigo en la tentación de abandonar. Así que, a por la segunda. Esta vez voy echando de menos la crema de sol así que intento seguir los consejos de Ángel y Maríajo: ir deprisita para acabar cuanto antes.
De nuevo llego a la cuesta y tengo la sensación de estar en medio de un secarral o en un desierto o…¡anda, mira!, un ¡oasis! a ver si con un poco de agua consigo acabar, al menos completar esta segunda vuelta.
Empiezo a plantearme seriamente si podré seguir. Tengo claro que si empiezo la tercera vuelta, cae la cuarta. Mi única esperanza es que Ángel o Maríajo decidan parar en el kilómetro cinco porque una tiene su orgullo y si ellos acaban, yo también.
Llegando al kilómetro cinco, me encuentro con Maríajo. Está sufriendo mucho por el calor pero sobre todo con su rodilla que hoy está dando mucha guerra. Ha decidido esperarme para completar juntas los primeros cinco mil y tomarnos varios litros de agua en una buena sombra fuera de la carrera. Así que, decidido, ¡en esta tentación caigo!.
Ángel, sigue en carrera. Es el momento de animarle en los últimos metros. Al fin llega, contento porque ha completado la carrera en un tiempo estupendo. Objetivo conseguido.
Independientemente del calor y de un trazado algo más durillo de lo esperado, una vez más hemos conseguido el principal objetivo que nos mueve a participar en todas las carreras: pasar un rato divertido con los amigos, hacer un poco deporte y este caso colaborar con una buena causa.